miércoles, 21 de noviembre de 2012

Lectura Nº 4: Las Habilidades Humanas I

Las llamadas habilidades humanas se vinculan con el desarrollo de las capacidades que permiten a la gerencia alternar de manera efectiva con los distintos públicos de la empresa. De las distintas habilidades humanas o sociales en esta lectura nos ocuparemos de El desarrollo del autoconocimiento.

El Desarrollo del Autoconocimiento

¿Es posible el autoconocimiento?

“Conócete a ti mismo
y conocerás al Universo y a los Dioses”
Inscripción del Templo de Delfos
Tomado de Schuré (1998)


Sócrates:
"Sólo sé que nada sé"



El Estructuralismo, nombre de una escuela psicológica fundada por Wilhelm Wundt, fue en los tiempos modernos (fines del siglo XIX), creadora de una metodología de autoconocimiento, basada en la autoobservación de la estructura consciente de las personas, que guiadas por los estructuralistas, describían de un modo objetivo: sus sensaciones, imágenes y sentimientos.

En la lógica de los psicólogos estructuralistas sería posible conocer a las personas a través de un viaje guiado hacia su interior, como mirar dentro de si mismo; lo que presupondría que de ser orientados en nuestra autoobservación, estaríamos en capacidad de alcanzar el autoconocimiento.

Sin embargo, años después, con la aparición del conductismo –otra escuela psicológica-  su fundador el norteamericano John Watson afirmó que pretender una autoobservación objetiva, era tan utópico como pretender vernos apostados desde una ventana, al otro lado de la abertura.

Pero por qué es importante el autoconocimiento para un gerente. Si la persona que está encargada de vincular personas, recursos e información, no se conoce a si mismo, lo más probable es que fracase en su relación con algunos de estos factores. Así por ejemplo, puede tratarse de un excelente gestor de recursos. pero pésimo jefe para sus subordinados; o quizá a la inversa: un extraordinario jefe para sus subordinados, puede tratarse de un pésimo gestor de recursos o un neófito administrador de información y conocimiento.

Por ello es sumamente importante el autoconocimiento, más si consideramos que los gerentes o directivos se jactan de analizar el macro y el microentorno, o de conocer el mercado e influir con sus decisiones en ellos, cuando no pocas veces pasa lo que el viejo proverbio afirma. “En casa del herrero, cuchillo de palo”.

Sin embargo, la pregunta sigue sin responderse: ¿Es posible auto conocernos? Somos capaces de responder a la pregunta ¿Quién soy? Sin responder con nuestros nombres y apellidos, con nuestra profesión, con nuestra función laboral y sin referirnos a nuestra identidad como propietarios de algunos bienes muebles e inmuebles.

Lo más probable es que no podamos hacerlo, por que siempre hemos confundido nuestro ser, con nuestro hacer o con el tener. Un filósofo cristiano, afirmó recientemente que el hombre era, sobre todo, “Una identidad con sentido”.  Cristo solía afirmar: “Ahí donde está tu corazón, ahí está tu tesoro” Sólo que nuestros corazón cada vez se confunde más, en medio de un mundo que nos condiciona y nos aleja de nuestra esencia.


Fromm (2007) afirma que la conciencia de la identidad y del sentido de la vida se extravía por cuatro razones fundamentales:

1.    La gran mentira.- Producida a su juicio por la proliferación de la publicidad consumista, de productos sobrevalorados y no siempre necesarios.

2.    La charla trivial y las malas compañías.- Que la entiende “como la postura que se interesa como ocuparse sólo de la superficie de las cosas, no por sus causas e interioridades”, sin distinguir lo esencial de lo inesencial.

3.    La vida “sin esfuerzo” y “sin dolor”.- Surgido a su juicio de la idea que cualquier cosa por difícil que esta parezca puede alcanzarse e incluso debe alcanzarse, con poco esfuerzo y sin dolor.

4.    El miedo al autoritarismo y el ideal del capricho.- Es decir el temor a que aquello que hagamos viole el sentido de la libertad plena y aparezca como una imposición, sin diferenciar ésta de la disciplina necesaria para alcanzar lo que se desea y lo que se necesita.

Él mismo, identifica lo que llama “Los caminos de la Conciencia”, es decir las vías por las cuales podemos desarrollar el autoconocimiento, expandir nuestra conciencia y renacer a plenitud. Cinco son sus recomendaciones:

1.    Querer una sola cosa.- “La primera condición para alcanzar algo más que la medianía en cualquier terreno, comprendido el arte de vivir, es querer una sola. (Véase S. Kierkegaard, 1938: “Pureza de corazón es querer una sola cosa”.) Ello supone haber tomado una decisión, haberse fijado un objetivo. Significa que la persona entera se orienta y se dedica a lo que ha decidido; que todas sus energías se centran en el objetivo escogido” Fromm (2007)

2.    Estar despierto.-  Entiende que sólo el estar activamente conectado con la realidad, hace que abandonemos ese aletargamiento habitual con el que vivimos. Para entenderlo mejor: estar despierto implica escuchar más que oír, es decir oír activamente; también significa observar en lugar de ver, vale decir realizar todo lo que tengamos que hacer con activa conciencia y no con pasivo aletargamiento.

3.    Hacerse consciente.-  Fromm afirma que Conciencia implica un saber profundo, total y participativo, a través del cual se descubre, se reconoce o nos damos cuenta de algo inesperado o que no era patente. Para él, “hacerse consciente” significa enterarse, integrarse o completarse en estado de atención concentrada.

4.    Concentrarse.- Visionariamente, Fromm afirmó que la concentración es un bien escaso en la vida del hombre cibernético. Señala que hacemos todo para no concentrarnos, pretendemos hacer no una, si no cinco o seis cosas a la vez como si fuéramos Napoleón, quien si tenía este don y era capaz de dictar a sus escribas y por partes 10 a 15 cartas concomitantemente, y acota que la televisión es la mayor culpable de esta desconcentración. Sólo concentrándonos estamos en capacidad de utilizar al máximo nuestro potencial y -contrariamente a lo que se piensa- la concentración no sólo no cansa, sino que además nos despierta y nos mantiene activamente comprometidos con lo que hacemos.

5.    Meditar.-  Considera que es la clave para aprender el “Arte de Ser” y para saber quiénes somos. Afirma que existen dos tipos de meditación:

·         La auto sugestiva.-  Que a través del condicionamiento mental se logra la relajación mental y física y

·         La trascendente.- Cuya finalidad es alcanzar un nivel superior de falta de apego, falta de codicia y engaño; lo que él llama un plano superior de ser, que debe ser el fin de toda práctica meditativa. Entre éstas el recomienda la meditación budista por ser sencilla y muy efectiva.

Resumiendo, el autoconocimiento no es una herramienta para gobernar o imponerse a nadie; no es una técnica para incrementar nuestra influencia y poder sobre los demás; tampoco es una técnica de gestión, es solamente una habilidad para conocerse a sí mismo; pero sobre todo  una herramienta para gobernarnos a nosotros mismos, para enseñorearnos sobre nuestras debilidades utilizando la voluntad, la disciplina y el trabajo.

Conocer el Universo, conocer el Cielo y conocer a Dios, es el fin supremo de toda meditación, y no necesitamos de teólogos, ídolos o de intermediario alguno; sólo necesitamos verter muestra mirada, nuestra energía y nuestra mente, hacia nuestro corazón, donde habita nuestro verdadero tesoro, tal como nos lo enseño Jesús, llamado el Cristo. 


José Luis Lazarte V.

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